domingo, 30 de noviembre de 2008


PENSAR LA REALIDAD


Camino algo aburrido los diferentes senderos que conducen al lago artificial de Parque Centenario. En un intento por irme desando uno de ellos y cruzo entre las rejas. De allí hasta la calle me acompaña, a uno y otro lado de mis lados, el incipiente armado de puestos de una feria artesanal prejuiciosamente igual a todas. Justo antes de alcanzar la ratona mesa de tarot –a la que traspasarla significaría alcanzar el afuera- , dos puesteros bastante mayores me desmienten con su diálogo y la feria se distancia de otras que he recorrido:

-Te digo una cosa, terminamos de armar y se larga...

-Yo tengo pensamientos más…

-No se trata de pensamientos –interrumpe el primero- es la realidad, está horrible.

-¿Ahora me vas a decir que mis pensamientos no son reales? ¡Andá a cagar! Nada más real que lo que pensamos.

Ellos ríen y continúan “desembultando” sus riquezas para exponerlas. Yo, llego a la calle pero un nuevo camino de piedras me devuelve al parque; necesito escribir.
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DEL AMOR AL ANARQUISMO

Un bostezo mutila mis sentidos y me distancia del tiempo. Pero el pupitre, siempre incómodo y cada vez más pequeño me devuelve. Un timbre agudo pero raspado no deja de balbucear ideas que no atiendo ni entiendo. La voz que obliga al tedio es la del profesor, estamos en clases. Entonces algo rompe la monocorde desarmonía. Yamila me deja leer algo que quisiera contarme pero no puede. Su texto me salva de la muerte; leo:

- Anoche escuché a Dolina y dijo, o mejor dicho, reflexionó algo sobre el amor y las relaciones. Decía que es un error del hombre burgués intentar estabilizarlos ya que según él, en el amor siempre hay uno que se está precipitando hacia un enamoramiento destructor, mientras el otro cae en el desamor suicida. Eso no se puede estabilizar -es un eterno puente movedizo-, y quien lo intenta hacer (el hombre burgués, según él) lo hace mediante el casamiento, una casa común, un auto a nombre de los dos, etc. Y cuando se cae, como todos, lo hace con todo eso encima.
A mi me encantó y me pareció genial la idea de que amar es estar en una cuerda floja. Siempre yo, obviamente, me caí… jajajaja!
En eso pensaba mientras este Bartolito hablaba, y te lo quería compartir.


Y así comenzó, ya hace muchos días, un nuevo Chat del tercer mundo (en papel) que aún conservaba con la obligación de publicar y que por fin me decido a hacerlo. Entonces respondí:

- Ya le había escuchado esta reflexión. En su momento me pareció genial pero, como buen romántico, terminó por no cerrarme. Yo soy un hombre burgués o, mejor dicho, estoy impregnado por los vicios de uno, no voy a negarlo. Sin embargo, las historias de amor que anhelan eternizarse no nacen con la modernidad, son muy mucho más antiguas. En conclusión, esa reflexión me pareció luego, la de un resentido que no ha tenido suerte o no ha sabido. Ya conocemos a este tipo de incapacitados… jajaja!

- Eso es muy cierto. Pero la sensación de que el otro se nos está yendo, reconocé que aunque no sea cierta -porque en realidad está muriendo de amor por nosotros- siempre nos ataca y nos persigue. He aquí la génesis de los celos. Nunca nos sentimos seguros en pareja, siempre sentimos que el otro se está cayendo mientras nosotros volamos. ¿O no?
Y con respecto a los incapacitados, creo que sus problemas residen en que vuelven estable la inestabilidad. Naturalizan la desdicha que ellos producen, no son incapaces de amar, sino de revelarse a la estructura que se impusieron para poder vivir; dentro de la cual el amor no puede crecer libremente, no es posible condicionarlo a un marco.
Y nosotros, más románticos y más revolucionarios, podemos romper con lo que se ponga en el camino del amor… ¡Mejor llamemos a Marx, para que les enseñe a revelarse!

- Me gustó. Cuando les digo incapacitados es por eso. Pero aunque ya lo había pensado, no dije lo que vos aclarás muy bien: la silla de ruedas se la construyen ellos mismos.
Tambiés estoy de acuerdo con la idea de que la sensación de que el otro se nos escapa es tan madre de los celos como necesaria. Con lo que no acuerdo es con la certeza de que el anhelo de estabilizar el amor sea un deseo burgués. Sí creo que es un afán contradictorio y hasta pervertido, por querer trocar el ser natural de las cosas. Pero aunque festejo a Anaximandro en su cosmovisión caótica del mundo, también me declaro humildemente un hombre que sólo puede dominarse a partir de cierto orden, siempre impuesto y no dado. Este orden pervierte y denigra el estado originalmente caótico, pero es lo único que me mantiene a raya. Quiero saberlo pero necesito negármelo para mantenerme cuerdo.
Sí, es patético, los hombres lo somos. Con la excepción de los genios pero yo no lo soy. Yo quiero creer en el amor estable, no me banco otra cosa… no digo que no es, sino que no me lo banco. ¿Se entiende?

- Sí, se entiende y lo entiendo. Nietzsche dice “el arte es lo único que nos puede salvar de la verdad” y, como todo buen romántico, aceptamos más el arte que la realidad. Pero es también un poco absurdo y soberbio de parte de todos los seres humanos creer que podemos definir qué es más real que otra cosa. ¿Es real el molino o el dragón? Yo no puedo resolverlo, ni quiero. Para mi la verdadera realidad es en la que uno cree. Por eso, contra todo pronóstico, creo en el anarquismo y la revolución, porque para mi a realidad la hace la fe. Paradójica afirmación la mía, ¿no? Pero bueno, la idea es que comparto esa postura poética frente a la vida porque el error de las personas es adoptar la otra postura creyéndola única. Ya no sé si es muy coherente lo que estoy escribiendo… mejor la corto acá.
Tu hoja arriba de l mía es más amarilla. ¿Cuál es la real? ¿Cuál es el blanco verdadero? ¿Importa más que eso que lo que sobre ellas se ha escrito?

- Mi postura no es poética, es pragmática; y su único interés es la supervivencia. Pero, atención, yo quiero seguir hablando y reflexionando sobre todo esto. Mi negación es para la cotidiano, mas no para mis íntimas reflexiones. Sino no podría creer en todo lo que creo y así creer en que se puede crear un mundo creíblemente justo. La realidad la construye el poder y no la fe. Pero es importante tener fe en que se puede acceder al Poder y así poder transformar, REVOLUCIONAR, la realidad. Lindo trabalenguas, ¿no?

- El poder no es otra cosa que fe. Una clase tiene poder sobre otra en tanto que la de arriba “cree” que ese es su lugar y ha hecho, a su vez, “creer” a la de abajo que ese es su lugar. Para mi eso no es otra cosa que una cuestión de fe. Así mismo una idea tiene poder sobre nosotros en tanto que creemos en los que nos plantea y pretendemos (por eso nos comemos estas horas embolantes) hacer que otros las crean. Para quien no comparte esa fe, la idea le es obsoleta.
Soy anarca, no puedo concebir el poder como algo objetivo. Si fuese así no sería posible eliminarlo, y yo pienso que sí. Porque creo que ningún hombre puede, ni debe, sentirse con mayor poder que otro.
Sí acepto la idea, ya que está instalada en la fe colectiva, para después destruirla.

- Me gustaría ser tan creyente. Tengo fe en el hombre, más que la mayoría. Pero no tanta como para creer que podemos prescindir del poder en su totalidad. Creo sí, en la fracturación más extensiva del poder en sus partículas menores, generando una democracia directa amplia y plenamente participativa. He aquí mi debilidad. Me cuesta creer en el anarquismo, aunque amo sus principios. ¿Cómo se haría para llegar a un estado en el que no choquen los intereses de los hombres sino es a través del establecimiento algunos pocos y bien estudiados límites? ¿Puedo confiar en que sin restricciones, TODOS los hombres actuarían sin atentar sobre algún otro? Verdaderamente, te envidio situ fe en el hombre es tan grande. Yo la tengo, creo, pero no es tan firme.

- El tema es que no es una fe en la mayoría, sino en los individuos. El anarquismo es el extremo individualismo. Sí es medio impracticable si se lo piensa en estas condiciones, las que el mundo capitalista nos impone, ya que estamos acostumbrados. La principal fuente de conflicto y choque de intereses es la codicia. Por eso creo que el primer paso es el comunismo. El hombre socialista (totalmente descapitalizado) puede vivir sin autoridad desde el momento que su ser individual y comunal se unifican. Cuando los intereses que para si pretende se generan en un contorno de intereses comunales, no hay conflicto. Hay una estructura de comunismo, pero no está institucionalizada. El poder institucional es el problema, y al que no quiero en mi utopía.
Además, la plena democracia es imposible, la humanidad en masa siempre necesita alienarse detrás de algún pastor.

- ¡Compro! Este Chat llegó hasta acá. No hay razones que me permitan argumentar en contra de tu utopía. Mi desconfianza es parte de este que soy aquí y ahora, como parte subsumida a la estructura. Entonces, lo mío será no una imposibilidad por falta de fuerza en la fe, sino por incapacidad para pensarlo correctamente. Gracias por tu respuesta. Se siente rico cuando uno lo vacían de argumentos que se hallaban a favor de los propios temores.

- Entonces, lo dejamos acá y lo retomamos después de la revolución comunista.

Hay oportunidades, no todas, en las que el contacto con el otro nos enriquece, nos propone el y nos impulsa al crecimiento. Para ello, mejor hablar de ciertas cosas… y dejar que "caigan las ideas". No importa cuan confusas sean o cuan equivocadas estén, ya mejorarán en sus formas y contenidos. Lo importante es compremeter nuestro espíritu en algo más que vanalidades...